lunes, 28 de septiembre de 2009

Real Madrid 3 Tenerife 0

Puede ser mortal la pretensión esa de que los partidos empiecen a las 3 de la tarde. El último partido empezó a una hora inusual: las 6 de la tarde de un sábado. Los ha habido que han empezado a las cinco, pero de un domingo, que ya no es lo mismo.

En hora tan intempestiva nos econtramos con un primer tiempo de auténtico sopor, que acabó 0-0, y con los porreros de rigor atizándole sin compasión a la maría, y los que sólo fuman puros cuando van al fútbol metiéndose entre pecho y espalda cañones que ya quisiera para si Hitler en la campaña de Rusia.

Ya no sé si por la hora, la digestión interrumpida, la bruma tabaquil o por lo que veíamos, el caso es que veía que los que me flaqueaban cabeceaban de vez en cuando. Yo, aprovechándome de mi estatura, podía apoyar cómodamente la barbilla en la barra que impide las avalanchas cuando nos damos al jolgorio. Plomizo total.

Pero llegó el segundo tiempo. Y parece que el Madrid se despertó de la siesta antes que el Tenerife que por aquello de la hora menos no debía aclararse cuando tocaba. Y en tres arreones los chicharros se llevaron tres chicharros. Y hubo en las gradas quien no se levantó a celebrarlo porque no debían saber si aquello era verdad o consecuencia de los efluvios porreros.

Y veremos qué pasará cuando jugando a las tres se mezcle la María, los puros y los regüeldos.

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