lunes, 19 de octubre de 2009

Real Madrid 4 Valladolid 2

Me consideraba afortunado, pues llegué al campo lo suficientemente pronto como para oir el pitido inicial, pero lo bastante tarde para ver como el presidente le entregaba a Raúl la estatuita esa tan horrible. Así me evitaba el "chorreo" de los raulistas que me rodean.

Pero de poco me sirvió porque en poco tiempo el adicto al aire presurizado había marcado dos tantos que nos ponían en franca ventaja.

Pero lo que son las cosas, con las gradas llenas de gente que venían de la mani antiabortistas (no había más que ver la abundancia de camisetas, chapas y gorras alusivas) y con dos goles de un padre de familia numerosa, va el partido y se convierte en un aborto.

De nuevo las bandas abandonadas, el juego tedioso y previsible y la grada más pensando en la cena y en la cama que otra cosa.

Y de nuevo el Madrid salvado no por el juego en equipo, en familia, ni por el coraje (nada de padres corajes) sino por individualidades y arreones que doblegaron a los de Pucela, que por otra parte tampoco es que merecieran más.

Desde luego todavía queda mucho para poder hacer la ola en el Bernabeu, pero al menos sirve para recortar a la familia rival.

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